Existen en el Cerro Blanco en la Cueva del Pitayo en el municipio de El Mezquital, ruinas de un poblado en miniatura. Las casitas que ahí se encuentran no miden más de uno setenta de alto y están pegadas con lodo y con carrizos como techos.
Dice la leyenda que ahí existió una raza de pigmeos que deben haber sido de una estatura diminuta dado el tamaño de las habitaciones ahí existentes.
La época en la que habrían existido estas diminutas personitas es un misterio pues no se tienen datos certeros de su presencia, pues se calcula que su estatura no pasaba de los treinta centímetros y algunas de las personas de las rancherías cercanas decían que eran duendes que bajaban a las cocinas de los ranchos a hurtar comida y algunas otras cosas y cuando eran descubiertos corrían como desesperados a esconderse en las casitas que encontraban en las huecos de las montañas, lugares muy poco accesibles para una persona normal.
Se dice que está civilización, si así se le puede llamar, desapareció, pues se cree que fueron devorados por grullas que los perseguían hasta lo alto de las montañas.
Ya sea realidad o leyenda, están como prueba las casitas que se encuentran en el Cerro Blanco de las cuales existe una maqueta en el Museo Regional de la UJED.
Esta leyenda la dio a conocer el profesor Everardo Gámiz en 1930.
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